jueves, 9 de marzo de 2017

capítulo 1



capítulo 1

Los árboles

El silencio de los árboles fue interrumpido por un grito seguido de un llanto agudo, mientras un grupo de mujeres atendía muy a prisa ese nuevo parto tan difícil y esperado, en medio de ese bosque milenario, protegidas de la vista por espesos árboles y arbustos.
El suspenso podía cortar el aire, mientras la cabeza del recién nacido salía desde dentro de su madre. Con ansias, las mujeres miraron inmediatamente el sexo del niño para saber si podía ser, si era...
Pero no, nuevamente no era lo que esperaban...
-Es un niño-, la voz no pudo ocultar su desilusión, mientras el temor se apoderaba de cada una de ellas.
-No me importa- gritó la madre- quiero quedármelo.
Esta vez pareció que el silencio no se iría nunca. La incredulidad y el miedo azotaron a todas las presentes, que comenzaron a arreglar sus cosas para arrancar lo antes posible, donde nadie supiera lo que habían hecho.
-Es tu decisión, no sé como te atreves a hacerlo, sabes lo que implica y que no es solo peligroso para ti sino para todas- le recordó la mayor de todas.
- Lo sé y es un riesgo que estoy dispuesta a correr- dijo decidida, pero con el semblante agotado y la voz jadeante y sin fuerzas
- Pero tienes que correrlo sola, no podemos acompañarte, toma tus cosas y aléjate lo antes que puedas de esta zona, lejos de nosotras -
Con las pocas fuerzas que le quedaban después del parto, tomó al niño, algunos instrumentos y comenzó a vagar sin rumbo fijo, en su mente solo había un pensamiento -lejos, muy lejos-.
Cuando llegó a un lugar parecido a un escondite, se desplomó. -No importa,contigo no tengo miedo tú y yo siempre estaremos juntos- alcanzó a murmurar antes de dormirse completamente.


Capítulo 2

Rutina

Eran las 6:30 y Ágata se levantaba puntualmente previo a sus ejercicios. Era la mejor del grupo en deportes y lo sabía, pero cada una de sus "hermanas" tenía un potencial especial que explorar y desarrollar para que la armonía se mantuviera intacta en Alpha, la civilización que habían logrado desarrollar luego del "gran cataclismo" que hizo desaparecer a todo el resto de los habitantes de la Tierra.

Se puso su uniforme morado, se miró al espejo y se acercó al comedor de su casa para disfrutar el desayuno que su "madre designada" le había preparado. Eso era poco común, en general, las madres designadas cumplían un rol práctico y alejado de muestras de afecto. Sin embargo, Ágata fue afortunada, ya que recibió algo más que lo que todo el resto de las integrantes de Alpha tenían: toques de humanidad.

Saliendo de la puerta de su casa se encontró con Betina, una de las compañeras de su equipo quien también puntualmente acudía a hacer sus ejercicios.

- ¿Preparada para los ejercicios de hoy?, preguntó Betina.
- Siempre- dijo con una sonrisa.
- Yo quedé agotada con el trabajo en el laboratorio anoche, estuvimos horas quebrando ese código genético.
-¿Lograron saber la especie?
- No exactamente, pero al parecer algún tipo de ave.
- Menos mal que te tienen para apoyar esa investigación-
-¿Yo? estoy recién empezando, tengo suerte de que me hayan asignado tareas de laboratorio a los 16.-
- Mi mamá piensa que eres un prodigio-
-Compartir el laboratorio con ella es un privilegio único, es la mejor de todas las científicas que ham existido en Alpha desde su fundación
- Sigo creyendo que serás mejor que ella- replicó Ágata ya pensando en la serie de ejercicios que tenía que hacer para cumplir con las exigencias de esa semana.

Entraron al gimnasio detrás de la puerta blanca que unía los pabellones de Alpha y se unieron al grupo que las esperaba para comenzar a ejercitarse.

Como siempre, Ágata parecía haber nacido sólo para eso, volaba entre barras paralelas, caballete, aros, soga, y cama elástica. Con una rapidez increíble corría entre los obstáculos, mientras la tutora tomaba sus tiempos.

-Nuevo récord en vallas- le dijo- acabas de quebrar la marca que hice hace 20 años- dijo la tutora con satisfacción- creo que muy pronto voy a recomendarte para tu primera misión.

Ágata no podía creerlo, sólo las mejores físicamente podía siquiera acercarse a una misión. No sólo tenían que ser veloces, tenían que poder trepar, escalar, saltar distancias, entre otras cosas para merecer un espacio en las misiones.

Pero, lo mejor, una misión significaba salir de Alpha a buscar elementos que pudieran ser investigados, para conocer un poco más de lo que significaba el mundo antiguo.

Con el corazón acelerado y mucho esfuerzo, ocultó la sonrisa que quería aparecer por su boca -no hay que mostrar emociones, le dijeron toda la vida- y sencillamente asintió, esperando que esa salida fuera lo antes posible, para saber, para conocer aquellas cosas que solo podía imaginarse dentro de Alpha.

Esa noche le contó a su mamá designada, o Celeste como se llamaba, lo que había ocurrido.

- Siempre lo supe, desde que corriste casi al caminar, sabía que ibas a ser única para ir a las misiones y ayudarnos a continuar construyendo esta civilización-

Celeste era una de las integrantes del Septágono, las 7 mujeres más poderosas de Alpha, cada una con una especialidad diferente y que regían y determinaban los destinos de la nueva civilización que habían construido hace más de 40 años.

capítulo 3

Alpha

Todo comenzó tímidamente en un laboratorio en lo que antes se llamaba China, donde científicos lograron crear espermatozoides a partir de la piel de un ratón.

"Esto es revolucionario" decían los medios en esa época, se podrían procrear niños para familias que no logran tener hijos.

La alegría y orgullo por el descubrimiento duró muy poco.

Cuando el proceso fue adaptado para humanos, muchas parejas infértiles comenzaron a lograr tener a sus niños en brazos sin sufrimientos, pero también muchas personas que podían tener hijos optaron por el sistema, ya que les aseguraba niños perfectos, sin enfermedades. el problema es que la "partenogénesis" como se llamaba el procedimiento se hacía siempre desde los mismos ejemplares, lo que hacía que cada vez hubiera más niños parecidos entre ellos, creando confusiones en la sociedad.

La primera institución en colapsar fue la Iglesia. Al sentir que los humanos eran los creadores de la vida, la estabilidad de los miles de años eclesiásticos se debilitó y todos esos "hijos de la ciencia" jamás pudieron creer ni un solo pedazo de la Biblia, porque su nacimiento no tenía nada que ver con lo que esos escritos decían.

Las batallas por el poder de la Iglesia sólo fueron comparables a Las Cruzadas, millones de fieles se lanzaron contra los laboratorios. Turbas de personas atacaban a los niños nacidos con este método llamándolos "hijos del demonio". Sin embargo, todo el resto de la sociedad resistió con la misma fuerza, defendiendo a esta nueva generación que cada vez crecía más rápidamente y que cada vez poblaba más familias.

Ciudades enteras cayeron, hasta que luego de  10 años de insostenibles batallas, el último Papa falleció, dejando la Iglesia sin guía, sin fuerzas y con muy pocos fieles.

Cuando el Palacio Apostólico del Vaticano fue tomado por los científicos para construir el más grande laboratorio del Mundo, se supo que la Iglesia y su poder habían sido derrotados, luego de siglos de poder e influencia mundial.

Pero esa fue solo la primera parte de la batalla, porque lo peor estaba por venir.

Cuando miles de mujeres que luchaban por la igualdad de derechos, se dieron cuenta de las nuevas posibilidades que podían tener con la Partenogénesis, comenzaron a expandir por el mundo la idea de que las feministas sólo pidieran niñas, que las mujeres crecieran en cantidad para aplacar el poder masculino.

Fue entonces, cuando ocurrió algo sin precedentes en la historia de la humanidad. Mujeres y hombres comenzaron una Guerra de los Sexos en el más terrible sentido de la palabra. Hombres y mujeres en distintas trincheras, combatiendo realmente a través de tecnología nunca antes pensada.